Entender eso, que la vida no se puede quedar en recuerdos y fotografías, y que aunque oigas la misma canción mil veces no te llevarán a ese momento de vuelta ni con esa persona.
Entender que oírnos repetir tantas veces las razones por las que lo hicimos no cambiarán los hechos, porque lo hecho, hecho está.
Entender que cada puto momento es único, y que eso es la vida, momentos…
Entender que errar es humano, y que el duelo es largo.
Entender que te podes enamorar de quien menos pensabas y cuando menos lo creías considerado; porque la vida no te pregunta qué queres, te lo presenta y vos decidís.
Entender por qué las cosas malas no terminan nunca y las cosas más maravillosas son tan fugaces.
Entender, que nos entiendan, no es fácil. Hay que comprender que cada uno de nosotros lleva esa «mochila» tan propia, tan de uno, con todos esos archivos del dolor. Archivos del pasado, del presente, que nos hacen querer parar y detenernos, y que a veces no sabemos que hacer, y lo único bueno que se me ocurre es salir a correr sin parar, llorar, gritar y escribir…
Necesito poder avanzar, pero tengo que aprender a respetar mi propio duelo, y ya no hacerme tantas preguntas, porque no me pregunto donde encontrarte, sino cómo estás.
Y así ir aprendiendo a soltar, y a dejar libre a mi cabeza y a mi corazón, porque no te quiero perder.