Imaginando las miles de formas de poder «darte una mano»
Jueves 11:00 a.m frente a la catedral:
La situación: tres chicos pidiendo monedas en el semáforo, uno de ellos debe tener 10 años, de una estatura acorde a su edad, mirada triste y pies descalzos. Lo único que llevaba puesto era una remera mangas cortas y un short.
En eso, estaba el «diariero» trabajando como todos los días, pero hoy estaba acompañado por su hijo que también debe tener entre 10 u 11 años.
Fue increíble, ¿cómo se los puedo compartir?
El padre le habló al oído a su hijo y este inmediatamente sonrió. El niño se acercó al otro pequeño que pedía monedas y lo saludo, y comienza a sacarse sus abrigos uno por uno, y se lo da, y después se esconde tras los arbustos de la plaza y aparece con un jean, el cual se lo pone a el otro pequeño. El hijo del diariero empieza a arremangarle el pantalón que le quedaba un poco largo, y le regala su bufanda.
No se puede describir la alegría que emanaba del niño que había recibido aquellas ropas, sus sonrisas eran tan puras. ¿Pero saben que es más difícil de explicar? La felicidad del hijo del diariero…
Él estaba dando lo poco que tenía, pero en ese acto de amor que hacía, se dio cuenta de todo el amor doble que recibía a cambio.
¿Y cómo un niño de tan solo 10 u 11 años puede despojarse tan fácilmente de sus pertenencias y darlas a quien más lo necesita? Un ejemplo para todos nosotros…
No se ve esto todos los días y por eso quería compartirlo con ustedes, porque aún hay esperanza para este mundo, para cada uno de nosotros.
¡Feliz viernes!