El hijo del diariero y el niño del semáforo

Imaginando las miles de formas de poder «darte una mano»

Jueves 11:00 a.m frente a la catedral:

La situación: tres chicos pidiendo monedas en el semáforo, uno de ellos debe tener 10 años, de una estatura acorde a su edad, mirada triste y pies descalzos. Lo único que llevaba puesto era una remera mangas cortas y un short.

En eso, estaba el «diariero» trabajando como todos los días, pero hoy estaba acompañado por su hijo que también debe tener entre 10 u 11 años.

Fue increíble, ¿cómo se los puedo compartir?

El padre le habló al oído a su hijo y este inmediatamente sonrió. El niño se acercó al otro pequeño que pedía monedas y lo saludo, y comienza a sacarse sus abrigos uno por uno, y se lo da, y después se esconde tras los arbustos de la plaza y aparece con un jean, el cual se lo pone a el otro pequeño. El hijo del diariero empieza a arremangarle el pantalón que le quedaba un poco largo, y le regala su bufanda.

No se puede describir la alegría que emanaba del niño que había recibido aquellas ropas, sus sonrisas eran tan puras. ¿Pero saben que es más difícil de explicar? La felicidad del hijo del diariero…

Él estaba dando lo poco que tenía, pero en ese acto de amor que hacía, se dio cuenta de todo el amor doble que recibía a cambio.

¿Y cómo un niño de tan solo 10 u 11 años puede despojarse tan fácilmente de sus pertenencias y darlas a quien más lo necesita? Un ejemplo para todos nosotros…

No se ve esto todos los días y por eso quería compartirlo con ustedes, porque aún hay esperanza para este mundo, para cada uno de nosotros.

¡Feliz viernes!

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Corrosión

Constantemente digo que te amo, pero otras te odio profundamente.

Es que siempre espero que me toques, a cada instante de nuestro tiempo, y que luego revoques en mí todo de tí.

Me di como una arcilla que espera ser moldeada, que adquiere plasticidad al mezclarse con el agua. No pretendo ser tu todo, pero que al menos lo intentes. 

Así como la arena, que ames todas mis pequeñas y defectuosas partículas, encontrando la armonía en las partes de un todo.

Que cada azulejo que te muestre lo respetes, porque estoy cansada de ser solo bocetos… Quiero un amor.

Sí, quiero todo. Todo lo que sé que me podes dar si vos querés.

¿Pero por qué no quiero hablar de corrosión?  ¿Es saber que aquí todo se nos termina? No quiero ser tu humedad, por favor no seas tampoco la mía.
Corrosión: es la oxidación de elementos metálicos cuando entran en contacto con la humedad o el agua, pudiendo provocar , incluso, su destrucción.

 

Migajas

Le pedía que no desperdiciara nada,  porque el champagne era muy costoso y personas como nosotros suelen recibir migajas.

No acabes  tan rápido porque el final está cerca, la fiesta nos espera, entre los más grandes de esta ciudad.

Cuando le digo que me oiga, solo yo lo escucho en mi cabeza como si él nunca fuera a poderme oír.

Siempre le dije que deje el tequila y la sal porque pronto rompería mi corazón, pero nada funciono.

Y desesperado, anonadado, casi hipnotizado con delirios de grandeza me soltó la mano…

Sufro

Sufro, sufro mucho, y me pregunto porque.

Sufro y mi conciencia lo sabe. Ella me arrinconarme contra paredes, no sé si intenta protegerme o golpearme. Ella me conoce, sabe lo que pienso y busca complacerme.

Sufro y mi conciencia lo sabe, porque cada día de lucha se resiste a dejarme ir.

Entonces me pregunto si es lo mismo estar despierto y estar conectado…  ¿Ustedes qué opinan?

Yo creo que no. Podemos estar despiertos, escuchar  murmullos y aún así seguir en la misma postura, solos y callados. Y estar conectados… QUE PRIVILEGIO.

Estar conectados y en sintonía, no solo como oyente, sino siendo afortunados de poder dar una mano, de que se forme ese vínculo tan humano.

Sufro y mi conciencia lo sabe, porque de manera disfrazada se manifiestan todos mis temores y mis angustias, y no sé si pensar que soy rara y complicada, si es que está  en mis genes o es mi fe tan intensa que me persiguen incansablemente.

Sufro mucho porque tengo miedo de perderme y no estar lo suficientemente conectada, me angustia pensar en perder a mis seres amados.

Sufro mucho y mi conciencia lo sabe, porque no encuentro dolor  más grande que una despedida.